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Todas las fuerzas

LA LARGA MARCHA DE LA IZQUIERDA

Por: Manuel Guerra

El pasado 17 de abril cerca de medio millar de izquierdistas, con y sin militancia partidaria, provenientes de las diversas regiones del país, se dieron cita para iniciar un proceso de reconstrucció n de la unidad de la izquierda sobre bases nuevas. Como lo señaló Héctor Béjar en su intervención, no es que la izquierda hubiera desaparecido; ha estado siempre presente, desde los inicios del siglo pasado, como expresión política, social, cultural e intelectual. Nunca dejó de luchar por los derechos de la patria y los trabajadores; siempre estuvo dispuesta a enfrentar a las injusticias, a las dictaduras y regímenes reaccionarios. Tampoco desapareció luego del colapso de la Unión Soviética y la caída del Muro de Berlín, como muchos pregonaron. Si bien sufrió un repliegue y se colocó a la defensiva, su núcleo duro se mantuvo, resistió la andanada neoliberal y jugó un papel fundamental en el enfrentamiento al fujimorismo y los abanderados del neoliberalismo.

Lo que sucedió es que diversos acontecimientos que se hicieron presentes desde los años 80 del siglo pasado abonaron para que la izquierda se sumiera en una profunda crisis, de la que le ha costado, y todavía le cuesta, recuperarse plenamente. Uno de ellos fue el derrumbe de Izquierda Unida ocasionado, en lo fundamental, por la miopía de sus dirigentes, los errores que incurrieron, su incapacidad para mirar el horizonte y más bien enfrascarse en rencillas menudas, en hegemonismos estériles, en incomprensibles disputas por los cargos. En este ambiente ganaron terreno los métodos burocráticos y sectarios, que a la postre liquidaron el proyecto. Pero también jugó en contra la irrupción de Sendero Luminoso, cuyos crímenes fueron hábilmente aprovechados por la derecha para meter miedo y desprestigiar al conjunto de la izquierda. Asimismo el colapso de la Unión Soviética y sus satélites, que culminó con la caída del Muro de Berlín, facilitó la victoria del neoliberalismo, cuya ofensiva ideológica causó profundos estragos a escala planetaria.

Como resultado de todo esto, la izquierda peruana vivió una suerte de arrinconamiento; el desencanto cundió entre sus simpatizantes y se instaló un sentimiento de pesimismo difícil de erradicar; se perdieron importantes sectores que constituían su base social, quienes fueron ganados o neutralizados por la derecha mediante el asistencialismo, la manipulación mediática que introdujo antivalores como el individualismo, el pragmatismo, el urilitarismo; la prédica que solo mediante la explotación de los recursos naturales y la intervención del capital extranjero se conseguiría el desarrollo del país.

En este contexto, donde además se producía la destrucción del tejido social, la conculcación de los derechos laborales y miles de trabajadores eran arrojados al desempleo, la izquierda tuvo enormes dificultades de recuperación. Los diversos intentos para retomar la iniciativa, reconquistar los espacios y superar la fragmentación existente, no obstante su importancia, no cristalizaron plenamente.

Por ello hay que valorar el significado del Encuentro del 17 de abril, pues por el nivel de su convocatoria, por las diversas tendencias que se hicieron presentes, por el contenido de las propuestas, representa el esfuerzo más importante desde los tiempos de Izquierda Unida para reconstruir la unidad de la izquierda peruana. Este evento, se realiza además en circunstancias donde se patentiza la crisis de la civilización capitalista y el fracaso del modelo neoliberal, donde el socialismo aparece nuevamente como la gran alternativa de la humanidad, donde las corrientes de cambio recorren América Latina, donde se evidencia el agotamiento de la república fundada en 1821 y amplios sectores desengañados de las promesas neoliberales exigen cambios profundos y buscan referentes que encarnen sus aspiraciones.

No es exagerado afirmar que asistimos a una gran oportunidad para la recuperación de la izquierda, llamada a convertirse en el núcleo de los amplios sectores nacionales que aspiran a un cambio de rumbo para el país. El gran reto para la izquierda en el presente consiste en convertirse en el eje de esa gran unidad, necesaria para lograr los grandes cambios. Unidad cuya solidez solo será posible si se mira con amplitud el horizonte, si descansa en un proyecto de país, si se logra superar el papel puramente oposicionista para convertirse en alternativa capaz de solucionar los grandes problemas nacionales, si se ponen en práctica métodos y acciones que sintonicen con estos planteamientos.

Hay que ver el encuentro del 17 de abril como el inicio de un proceso, cuyo camino inmediato es la construcción de los núcleos unitarios de la izquierda desde las bases, superando toda manifestación de burocratismo y sectarismo. Hay que ser conscientes que el camino de reconstrucció n de la izquierda no será fácil, estará lleno de dificultades, de avances y retrocesos; pero la tendencia que se ha iniciado y que hay que afirmar, es enteramente positiva.

El I Encuentro de las Izquierdas por la Refundación de la República, como lo indica su denominación, tiene como eje un proyecto de país. Quienes asistimos al evento debemos ser los portadores de los planteamientos aprobados, los más unitarios, los más entusiastas organizadores, los primeros en sacudirnos de los lastres sectarios y burocráticos que impiden nuestro avance. Muchos de los asistentes al encuentro lo calificaron de histórico. De nosotros depende que sea así.

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