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Escándalo de pedofilia

EL SILENCIO DEL PAPA

Por Efraín Rúa

El escándalo de la pedofilia remece los inquebrantables cimientos de una iglesia con más de dos siglos de existencia y sobre los cuales se asentó la llamada civilización occidental, una civilización que proclamó por todo lo alto su superioridad moral y ética sobre otras culturas bárbaras y atrasadas.

A la luz de las recientes informaciones, las más altas autoridades de la Iglesia Católica están comprometidas, por su permisividad, con el delito de pedofilia, con actos reprobables que se traen abajo todo el discurso civilizador que nos endilgaron en dos siglos de existencia.

La historia de esta debacle no tiene fecha. Se produjo en iglesias y centros de estudio católicos de todo el orbe, pero en lo que toca a la jerarquía eclesial la historia nos lleva al arzobispado de Múnich, en 1980, cuando Joseph Ratzinger, hoy Benedicto XVI, dio su aprobación para que un sacerdote pedófilo fuera albergado en su diócesis para ser sometido a terapia.

Pese a las sospechas de abusos sexuales que pesaban sobre él, el abad Peter Hullerman fue designado poco después asistente-capellán en una parroquia de la diócesis de Múnich por el vicario general de la época, Gerhard Gruber. El psiquiatra Werner Huth, quien asistió a Hullermann, alertó a sus colegas de que "no debía volver a trabajar con niños". Según su descripción, el sacerdote era un pederasta y "no manifestaba intención de cambiar".

La decisión traería graves consecuencias. En junio de 1986, el abad fue condenado a una pena de 18 meses de cárcel en suspensión y a una multa de 4.000 marcos (2.813 dólares) por abusos sexuales contra menores por el tribunal de Ebersberg.

La semana pasada, el Papa pidió disculpas a las víctimas de décadas de abusos sexuales y maltratos por parte de clérigos en Irlanda. Pero aún no se ha pronunciado sobre su manejo en el caso de Munich.

Silencio papal

El silencio del Papa no concluye allí. De acuerdo con el diario “The New York Times”, Ratzinger acalló las denuncias contra el sacerdote estadounidense Lawrence C. Murphy, acusado de abusos contra más de 200 niños sordos de Wisconsin.

Las quejas fueron dirigidas a Ratzinger, porque era él quien entre 1981 y 2005 dirigía la Congregación para la Doctrina de la Fe , que decide sobre asuntos de moral. Ocho meses después de recibir las denuncias, el segundo a cargo de la Congregación y actual secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone, ordenó a los obispos de Wisconsin llevar a cabo un juicio canónico secreto contra Murphy.

Poco después, Bertone paró el proceso luego de que Murphy escribiese personalmente a Ratzinger diciéndole que ya se había arrepentido y que estaba enfermo. "Sólo quiero vivir el tiempo que me queda en la dignidad de mi sacerdocio", afirmaba el cura en la carta que envió al futuro Papa cuando ya se encontraba próximo a la muerte, que ocurrió en 1998.

Murphy nunca fue juzgado o sancionado por la Iglesia e incluso la policía y los fiscales hicieron caso omiso a las declaraciones de las víctimas, según los documentos de los abogados de unas cinco personas que demandaron a la Archidiócesis de Milwaukee.

Uno de ellos, Arthur Buzinski, señaló que Murphy entraba a los dormitorios de los niños por la noche y los llevaba a un baño para abusar de ellos. Budzinski informó al arzobispo de Milwaukee, William Cousins sobre los hechos, pero Cousins le respondió con gritos, lo que provocó que saliera "de la reunión llorando".

Lo acusan

De acuerdo al reputado teólogo suizo Hans Küng, el papa Benedicto XVI ocultó información relevante sobre los casos de abusos sexuales. El basa sus acusaciones en una carta de 2001 en la que habla de un deber de prescripción de diez años.

Küng dijo que “en toda la Iglesia Católica no hubo ningún otro hombre de su congregación que supiera tanto, ex officio, sobre casos de abusos sexuales”. En el 2005, se publicó el contenido de unos documentos de la Congregación para la Doctrina de la Fe , en los que se instruía a los altos dignatarios de la curia que le entregaran a Ratzinger todas las investigaciones sobre abusos.

El objetivo era que las investigaciones permanecieran en secreto. Küng afirmó: “Él no puede únicamente señalar con el dedo a los obispos diciéndoles que no hicieron lo suficiente. Él mismo dio las instrucciones, como jefe de la Congregación para la Doctrina de la Fe , y después ya como papa”.

La congregación envió a los obispos en 2001 la carta De delictis gravioribus (Sobre los delitos más graves), en la que se menciona, el “delito contra la moral, a saber: el delito cometido por un clérigo con un menor de edad”. La carta sostiene que: “Los procesos de este tipo están sujetos a la máxima discreción papal”. El plazo de prescripción reservado por la congregación es de 10 años.

Tres mil casos

El actual jefe investigador de la congregación, Charles Scicluna, defendió la semana pasada al Vaticano arguyendo que tras las duras medidas que Ratzinger impuso a los obispados en 2001, se procesaron 3 mil casos de abusos. El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, afirmó que en el caso de Wisconsin el Vaticano no fue informado hasta 1996, años después de que las autoridades civiles investigaran y cerraran el caso. Pero según los documentos, hasta tres arzobispos de Wisconsin sabían que Murphy abusaba de menores.

Lo cierto es que el escándalo llegó a las mismas puertas del Vaticano, cuando cuatro víctimas de abusos sexuales realizaron una protesta en la plaza de San Pedro, donde acusaron a Benedicto XVI de ocultar estos casos y exigieron que se acabe con el "secretismo".

Los manifestantes acusaron al Vaticano por la posición indiferente de las máximas autoridades de la Iglesia Católica ante las acusaciones. Barbara Blaine, Peter Isley, John Pilmaier y Barbara Dorris, relataron las vejaciones sufridas y las secuelas que les han quedado. Ellos dijeron que no pueden entrar a las iglesias y que perdieron la fe en todo.

Las acusaciones son sumamente graves. Según Robert Mickens, corresponsal del semanario católico británico The Tablet, el caso es especialmente serio, ya que involucra directamente a las dos figuras más importantes del Vaticano: el Papa y Bertone.

¿La denuncia podría provocar la renuncia del Papa? De acuerdo a Mickens no, al menos por ahora. "Algunos lo han pedido, pero no sé si el Vaticano lo está tomando en serio, ya que (esas voces) no provienen de las más altas esferas de la Iglesia (...), generalmente en estos casos se establece un muro de protección: o cierran la boca o alaban al Papa", explicó el experto.

El sacerdote y profesor de derecho canónico Filippo di Giacomo afirma que “la tolerancia de la Curia hacia los abusos tiene una raíz evidente: la desvergüenza de muchos de sus miembros. Si el llamado lobby de terciopelo, es decir el grupo rosa, hubiera decidido menos nombramientos de altos funcionarios, quizá se habrían cumplido más las normas y habría habido menos comprensión hacia la pedofilia.”

Después añade: “La sodomía y la pederastia han sido vistos como un elemento de cooptación dentro de los muros vaticanos. Es sabido que hay cardenales y obispos, argentinos, estadounidenses, italianos, alemanes, de vida afectiva para nada casta ni heterosexual, y secretarios de cardenales que han sido trasladados de Nueva York, Guatemala y Chile o de vuelta a Colombia tras ser cazados por la policía pecando contra el sexto mandamiento en compañía masculina. Ese ambiente ayuda muy poco a comprender los informes que llegan a la Congregación. Pero la culpa no es de Ratzinger. No tiene la colaboración de casi nadie. Está rodeado de cobardes”. Cierto o no, los cimientos de la Iglesia tiemblan.

La respuesta de la Iglesia

En una nota titulada "Ningún encubrimiento", el diario “L’Obsservatore Romano” señaló que Benedicto XVI actuó con “transparencia, firmeza y severidad” para afrontar los casos de los curas pederastas.

El diario afirmó que se trata de un modo de actuar "coherente con su historia personal", que "evidentemente no gusta a quienes preferirían poder instrumentalizar, sin base alguna, horribles episodios y casos dolorosos de hace varias decenas de años".

El órgano de la Santa Sede respondió al artículo publicado por el diario estadounidense "New York Times", que aseguró que las máximas autoridades del Vaticano, incluido el actual Papa, encubrieron al sacerdote Lawrence C. Murphy.

"L'Osservatore Romano" hace una reconstrucción de los hechos y señala que en los informes sólo se hacía referencia a la violación del sacramento de la penitencia y no a las acusaciones de abusos sexuales.

La congregación para la Doctrina de la Fe respondió pidiendo al arzobispo de Milwaukee que pusiera en marcha todas las acciones pastorales para lograr la reparación del escándalo y el restablecimiento de la justicia, "finalidad, esta última, reiterada por el Papa como lo demuestra su carta a los irlandeses", afirmó el diario.

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